Una casa vacía y un corazón lleno de luz esperan en silencio, hasta que el sol, avergonzado por la soledad en la que se pierde aquel cándido ángel, cede terreno a su hermana luna.
Pasando a su alrededor las horas, sin perder nunca la sonrisa, espera con paciencia ver cumplirse la promesa de estar juntos de nuevo. De aquel día de familia y felicidad perdido.
De aquel día que, como tantos otros, no pudo ser.